jueves, 12 de diciembre de 2013


12 de diciembre de 2013. Jueves.

ASOMBROSA EXCLAMACIÓN
 
Abriéndose a la mañana, en el jardín. F: FotVi
 
-En la mañana, con el abrir de los ojos al despertar, todo es un abrirse, o un darse, una asombrosa exclamación. La mañana se abre a un asombro que clama. En la mañana, tras el primer bostezo, y desde el abrirse del alba, hasta la sorpresa del rocío al comprobar evaporándose, todo es génesis, nacimiento, inicio, apertura. En la mañana, y en Laudes, el rezo también es un abrirse a la alabanza, donde el salmo y el himno danzan y tocan el arpa de diez cuerdas, para Dios. Con la alabanza en la boca, el interior del que alaba es una catedral con órgano y Back creando fugas y oratorios, creando música o ajustamiento, combinación; en fin: armónica belleza.
El día nace armonioso; pero luego el hombre y su rabia por verse hombre y no primate (¿le rebela quizá saberse hombre?), lo suelen hacer desafinar, o salir por peteneras. Tal vez el hombre añore el día en que dejó de ser cuadrúpedo y se izó como torre sobre las dos columnas sobre las que ahora es templo y espíritu, carne y palabra, restos en la sima de Atapuerca y estrella. ¡Ah, las piernas o columnas de la ascensión del hombre! Pero ¿es sólo añoranza de mico? ¿O no ha dejado de sentir que una vez fue simio y en ocasiones vuelve a comportarse como tal, porque le place, le contenta, le recuerda un mundo selvático al que le gustaría volver?
En la mañana, todo es abrirse, hasta los medios de comunicación, que, en esencia, y una vez abiertos, comunican maldades, con alguna banalidad y muy pocas noticias saludables. Guerras, secesión, soberbia del poderoso, humillación del desvalido, arbitrariedad de la justicia, los bancos del rico y los otros del pobre, noches frías soportadas con cartones en atrios de iglesia por indigentes, niños recién nacidos abandonados por sus madres en contenedores, corrupción, funerales de un héroe de la paz y la concordia, dicen, que acaba en sainete y en foto con ataque de celos, Caín, Abel, y, al fin, alguien (un hombre de Dios) que habla con mesura e invita a recuperar las virtudes (eso es, las virtudes) de «la prudencia, la templanza, la justicia y la fortaleza», una de las pocas noticias saludables y dignas del hombre, aquel que, con la mente, debiera tocar el infinito, aunque siguiera pisando en el barro.
En la mañana, Diario, todo es asombrosa exclamación; un ¡oh!, sublime, que invita a la contemplación y al gozo, desde el espíritu (20:59:28).

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