jueves, 2 de enero de 2014


2 de enero de 2014. Jueves.

CON LAS BOTAS PUESTAS
 
Con la vida a cuestas, en Hierápolis. Turquía. F: FotVi
 
-Ayer no pude escribir: los curas también se ponen malos y, aunque los hay, escritores sobre todo, que, aun enfermos y en la cama, escriben, yo todavía no he llegado a ser lo suficientemente famoso y tenido en cuenta para hacer una cosa así. Sólo los famosos y tenidos en cuenta hacen esas cosas: estar enfermo y hacer como que escriben, y todo para que la posteridad (esa cosa tan insegura y voluble) pueda decir: «Murió con las botas puestas». Pero allá ellos; la fama lleva a estos extremos de desmesura y beatería egoístas. A mí, en todo caso, cuando muera, me gustaría hacerlo, no con la pluma en ristre, sino con la sonrisa puesta, para no causar miedo a los que me contemplen en ese comprometido estado de muerto, que tanto desfigura; y es que la muerte a secas, sin sonrisa, además de muy blanca, es muy fea; cuando si se le pone a la muerte una sonrisa, se disimula su mal color y lo deslucido de su aspecto, y da sensación de otra cosa, más llevadera.
Ayer, yo, sin embargo, tuve la necesaria fuerza para celebrarla misa en San Blas. Tenía fiebre y apenas podía hablar por el catarro; mas ahí estaba yo, oficiando la misa, y no con ánimo de pasar a la posteridad como un héroe, sino sencillamente cumpliendo con mi deber, que es la heroicidad pequeña de cada día, la que te lleva a hacer lo que debes, sin necesidad de que te tengan que aplaudir por ello; celebré la misa y di ánimos (dadas las circunstancias: nochevieja, madrugar…) a los pocos feligreses que había: y para haberlo hecho con fiebre y con voz de estar raspando palabras no estuvo mal; menos da una piedra, me dije, salvo las que son cimiento de un templo gótico o sirven para moler la harina que luego será pan, y bocado, tal vez sacro, en la misa.
Ayer no escribí y hoy lo hago con reminiscencias o migajas aún de fiebre y un dolor cantarín de músculos cada vez que voy a toser. La tos es un continuo martilleo que suena como un estallido en la garganta, pero que, antes de esa desagradable descarga, comienza en los músculos, y, salvando los huesos, va dejando, allá por donde pasa, sus secuelas en el cuerpo. Toso y parece abrírseme el tórax y sus entornos, por lo que toso con mimo, como cuidando que la tos no despierte el dolor y se irrite éste y aparezca. Entretanto, Diario, aguardaré a mañana, a ver si esto se arregla; sin olvidar las medicinas, intentaré hacer lo que mejor me va: rezar. ¿No te parece? Luego, Dios dirá (19:55:22).

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