jueves, 20 de febrero de 2014


20 de febrero de 2014. Jueves.
RASGADURA EN EL AZUL
 
Visión en piedra, Catedral Murcia. F: FotVi
 
-Si yo dijera: se me ha aparecido Dios; es decir, una rasgadura en el azul del cielo apenas y ahí estaba, diciéndome: no digas que se te ha aparecido Dios, se te podría poner en entredicho, o en cuarentena intelectual, o ser acusado de sufrir melancolía. Y aun, por contagiosa, melancolía delictiva; la melancolía incita, induce a la melancolía. Sin embargo, al decir «Dios» esta mañana, Dios se me ha aparecido, en la palabra con que lo he nombrado; y, luego de decirlo, en el modo de obrar. Es complicado decir esto: se me ha aparecido Dios, y puede que suceda cada día sin saberlo. Yo digo: se me ha aparecido Dios, y tú es posible que no lo creas; yo no lo creería de ti, quizá, si tú me lo dijeras. Pero, si Dios existe, Dios puede aparecerse, y hablar si se le habla. El Libro de Isaías comienza así: «Visión que Isaías, hijo de Amós, vio»; o sea, Isaías vio a Dios y éste le habló, y escribió lo que le había dicho sobre el pecado de Israel, su perversidad. Y, en sus Oráculos sobre Judá y Jerusalén, Jeremías afirma: «Entonces alargó Dios su mano y tocó mi boca. Y me dijo: Mira que he puesto mis palabras en tu boca». Y Ezequiel: «A orillas del río Kebar, se abrió el cielo y vi visiones divinas». Es decir, Dios está, y si está, Diario, ¿por qué no poderlo ver, aunque sea en la palabra? La palabra, en sí, ya es presencia de lo que nombra o sugiere (19:49:24).

No hay comentarios:

Publicar un comentario