viernes, 28 de febrero de 2014


28 de febrero de 2014. Viernes.
TIMIDEZ CREATIVA
 
Contenida belleza, en el jardín. F: FotVi
 
-No estaría mal en alguna ocasión tratar de imitar a determinadas plantas y, de entre otras, al geranio. El geranio es generoso y humilde, como un Francisco de Asís de las plantas. Es tosco en el vestir (sus hojas son velludas y dadas a un cierto descuido), pero dadivoso en las obras: florece  casi todo el año y apenas pide nada a cambio, salvo el riego y un poco de humus o mantillo donde crecer. Es decir, la conjunción del agua y la tierra, o la belleza de lo humilde que crea. La tierra y el agua, que, en la mano, siempre escapan entre los dedos, porque lo suyo es estar donde sea posible la vida, no en la altura, sino abajo, lugar de asentamiento y de echar raíces, donde corren los ríos y se levantan los pueblos. Y, desde las edades más antiguas de la era cristiana, alrededor de un iglesia. Se hacía la iglesia y, en su entorno, como cuando se tira una piedra al agua en un lago, iba surgiendo el pueblo en círculos concéntricos, círculos unidos al punto donde, por el impacto, brotara el primer impulso de agitación, o de vida. La vida, que es movimiento, tiene su origen en la humildad; en ella todo es limo y agua; y, en el ser humano, además, soplo divino, o espíritu que piensa y habla, y crea y recrea. Toda creatividad nace, porque hay desconocimiento, en la humildad del querer saber, y del esfuerzo, otro modo de humildad activa. Se crece desde la humildad del embrión o de la raíz, desde el apenas ser hasta el esplendor de ser vida, aunque se trate de vida elemental. Nada hay tan excitante como el hecho de crear algo: una vida, un libro, el diseño de un lápiz, el bastón que ayuda a los pasos de la ancianidad, el chupete que, como golosina, suple el pezón y el olor de la madre, y ahuyenta así el llanto. Diario, me apunto a la humildad del geranio, a su timidez creativa, a su belleza monástica, o de presencia de Dios en lo mínimo (19:00:34).

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