viernes, 6 de junio de 2014


6 de junio de 2014. Viernes.
LO FUGAZ FOTOGRAFIADO
 
Belleza, a punto de volar y caerse, en el jardín. F: FotVi
 
-Fotografiar es un modo de perpetuar hasta lo que es efímero, me he dicho yo hoy, que, por vocación de detener el tiempo, últimamente fotografío la fugacidad. En lo fugaz fotografiado, pongo puertas al tiempo y lo paro. Tengo, como fotógrafo aficionado, ese poder. El mismo poder, casi, que me da la palabra; en la palabra, soy libre; hermosa conclusión contra toda cadena, me digo; y en la fotografía, hago instante el tiempo; instante, sin embargo, eterno. Fotografiar un palacio, un templo, incluso unas ruinas como el Partenón de Atenas, es perpetuar lo que de por sí es estable; pero hacerlo con la hilacha de una nube o el simple romper de una botón de flor en la planta, es elevar lo humilde a la categoría de lo que va más allá del tiempo y lo supera. Exaltar, pues, en la fotografía (como en la palabra) lo humilde, es un modo de remediar en estos tiempos tan revueltos la excitación de la vanidad o el fraude del grito. La fotografía acalla el bramido y exalta la grandeza interior de lo sencillo. Vender nubes, como hacía la niña de Elena Poniatowska en el cuento La vendedora de nubes, o fotografiar una hoja a punto de irse del árbol, de volar y caerse, es (creo) más digno y bello, Diario, que cualquier «viva» o «muera» estentóreos y bélicos (20:56:09).

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