sábado, 5 de julio de 2014


5 de julio de 2014. Sábado.
¡CREO!
 
Amo todo, en el jardín. F: FotVi
 
-Esta mañana, a la hora de Laudes, cuando la aurora, bostezando, se despoja de toda sombra y enciende el amor solidario del sol, me he armado de fe y he dicho: ¡Creo! Y la palabra se me ha hecho piedra en la boca, o pedernal para producir fuego. Creo en la vida, que, como diría Unamuno, es agonía (casi lúdica, añadiría yo) por alcanzar el fin. Toda vida, en su actividad de iluminación y esperanza frente al miedo y la derrota, es agonía, pero en su acepción de lucha. Creo en la vida, que vive agonizando (o luchando) felizmente hasta el umbral de la otra vida. Creo en la paz, que no está en mi derredor, sino dentro de mí; fuera de mí, siempre se hallará la paz que yo proyecte. Si porto guerra, me responderá la guerra; si paz, me pagarán la armonía y el gozo de la mano que se estrecha o el abrazo que se cierra en otro abrazo. La paz paga con paz; la guerra, con infortunio y destrucción, y caos; lo caótico, lo infernal, está en la guerra. No creo que «el infierno esté en los otros» (Sartre), creo más bien que el infierno va con nosotros mismos, si nos orillamos de la piedad y el amor. Porque también creo en el amor; o mejor, el amor cree en mí. En uno de mis libros, «Creo en la tierra» (perdón por la osadía de auto citarme), daba vida a este verso: «Amo todo por ver si me sale un verso». Y en ello estoy, Diario: en agonía continua por ver si, amando, me sale un verso (21:48:22).

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