lunes, 22 de diciembre de 2014


22 de diciembre de 2014. Lunes.
LETRILLAS DE NAVIDAD
 
Letrillas para mi Navidad, en 2014.F: FotVi
 
-Me acosté sin nada -sólo con sueño en los ojos y con mis ensoñaciones un poco más arriba de los ojos- y me desperté con unas palabras felices en la punta de la lengua, que escribí, y existieron, y fueron poema, o mejor, poemilla, levedad, un poco de vuelo sólo. (Eso es: poemilla, en diminutito, como un beso tirado desde el tren en marcha, que es sólo gesto en el aire, o un libro que se abre y se deja leer, tan en silencio). Era el poemilla de cada año, que escribo desde hace 24, y que esta vez, para no desentonar de la llaneza del acontecimiento terrenal y celeste que trata de cantar, he titulado Letrillas de Navidad. (Otras veces los he titulado En la noche, o Villancico de quién vino a ver, o Si del cielo has venido, etcétera; en total, 24). Letrillas de Navidad, pues, que, como la calderilla que ponemos en la mano de un niño para que compre un globo o quizá una nube a La vendedora de nubes del cuento de Elena Poniatowska, es inocencia y gloria, y fe, y asombro, como lo es Dios cuando lo decimos sólo -Dios, en Belén y entre pajas-, y no lo interpretamos. Me gusta la Navidad porque es elevado a sublime lo que es sencillo y usual, nítido, sin vuelta de hoja: un niño en un pesebre, una madre, un padre que mira y se emociona, y todo sin ruidos. En el Dios que nace, no hay solemnidad, Diario, sólo serena paz, que se ofrece a los hombres y mujeres de buena voluntad, y la aceptan, si así les parece (18:35:54).

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