lunes, 29 de diciembre de 2014


29 de diciembre de 2014. Lunes.
ATAR
 
Cercados, pero sin límites, en las Salinas. San Pedro del Pinatar. F: FotVi
 
-Atarse, dicen. Y en el matrimonio. Y entra un temblor de vértigo, como de irse a caer uno de una torre de Pisa inclinada, desfallecida. Atar suele relacionarse con la cadena o la cuerda, o el grillete y el ser esposado. Es el drama de la fosa de la falta de libertad, se piensa. Atarse, se dice: o ir a parar a la fosa incómoda y mal oliente del estar sin poder salir. Y no siempre es así. Porque, en realidad, las palabras no son lo que a veces pensamos que dicen, sino lo que en realidad significan. Se dicen de un modo y quizá significan otra cosa. Cualquier palabra es un mundo tan hermoso y múltiple como un vuelo de ave o el caminar por una galaxia ensoñada, nunca es igual. Abrir una palabra y examinarla, ir a su raíz, es casi tocar la hebra de luz que nos encamina desde la palabra, cosa terrenal, a algo que no deja de tener ascendencia divina, o casi. Ejemplo: en la raíz de la palabra atar (latín: «aptāre») están el ajustar y el adaptar, pero no el esclavizar. Como el ajustar una palabra a un verso, o un adjetivo a un nombre y éste a un verbo, matrimoniarlos, o el adaptar una nota musical a una melodía o a un acorde, hacerlos música, no son nunca esclavizar la palabra o la nota musical, sino echarlas a la hermosa aventura de volar, de ser más que palabra o porción sonora, se las lanza a ser en todo caso temblor del alma y conmoción artística, logro, y hasta éxtasis. Afirmar, pues, que no puede haber amor sin atadura (Platón), ya que todo amor que lo sea de verdad, ata, y es anillo que cerca, pero sin rendir nunca la libertad, aliándose así al vuelo del irse y del volver, del estar aquí y allá, a la anchura de soñar. Porque, en realidad, todo nos ata: desde el acto de respirar, al sorbo de agua que tomamos, o a la palabra que decimos; o sea, atados (como diría Ortega) a la circunstancia; circunstancia, que se quiera o no, y para intimar y arraigarse en todo aquello que hace posible la vida, nos ata siempre. Sólo que en este caso, Diario, se trata de ataduras de amor, que, si se son sitiadas con más amor (también en el matrimonio), liberan siempre, como el pájaro al que se le cerca con la bóveda infinita del cielo; cercado, pero sin límtes (19:16:44).

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