miércoles, 21 de enero de 2015


21 de enero de 2015. Miércoles.
¿ODIO RELIGIOSO?
 
Medusa, en el templo de Apolo. Dídima. Turquía. F: FotVi
 
-Leo en la prensa (ABC), que determinadas conductas occidentales, apoyadas en algo tan impalpable e inducido como la «libertad de expresión» (que no tiene límites: la progresía y Cameron dixerunt) es «el combustible que acelera las llamas del odio religioso». Sólo que no entiendo juntos, como nombre y adjetivo que se dicen y explican, vecinos que se dan la mano y se saludan, lo de «odio» y «religioso». Odio (o escorpión) y religión (o amistarse con Dios) no cuadran; odio y religión se dan (o deberían darse) la espalda. Si la religión provoca odio, no es religión, es un escorpión tratando de inyectar veneno en la idea de Dios y en la mente de los que a él se ligan, o en él están, por la fe. Nadie ha definido a Dios como lo hizo Juan, el discípulo que se sintió amado. Dios es amor, escribió, y «y el que no ama no conoce a Dios». El que mata en el nombre de Dios, no ama a Dios, porque no le conoce; quizá lo intuya como mano poderosa que dé salida a sus violencias interiores, a sus miedos agresivos, a su mente enferma; pero éste no es el Dios de la fe, el que revelan los evangelios, el Dios que, para calmar tormentas, también las íntimas, las del espíritu, sólo usaba la palabra y no la espada. El otro, el dios del odio, no deja de ser un ídolo cruel o un muñeco de terracota que usa metralletas kalashnikov para arrojar muerte y navajas que, en vez de pan (ejemplo), asierran cuellos. Si no es amor, Dios no es Dios; sólo sería dios con minúscula, cosa, una ficción, quizá una frase mordaz e ingeniosa de Nietzsche, como la que dice «Dios ha muerto, su piedad por el hombre lo ha matado», o cosa así. En todo caso, Diario, yo quizá no ame como Dios manda; y quizá sin quizá: no amo; pero de lo que sí estoy seguro es de que no hay en mí el más mínimo odio, que, en nombre de la religión, me lleve a matar o a excluir, por lo que no hay nada que sea capaz de acelerar en mi ADN «las llamas de ningún odio religioso». Nada; ni siquiera este artículo de prensa, tal vez bien intencionado, pero desafortunado, que acabo de leer (19:15:56).

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