martes, 27 de enero de 2015


27 de enero de 2015. Martes.
GÓLGOTA DE JANA GÓRA
 
Vida, en Auschwitz. Polonia. F: Ch. Giner
 
-Hace 70 años, en Auschwitz, a 40 kilómetros de Cracovia, Polonia, una ideología y el fanatismo y los delirios que la acompañaron (el Superhombre, Nietzsche), asesinaban a un millón trescientas mil personas. También en otros lugares de Europa hubo otras matanzas, injustas y atroces, pavorosas. Es decir, la muerte se encontró con la ideología y entre ambas arruinaron la dignidad humana, degradándola hasta extremos de barbarie. A toda esta locura se la llamó Holocausto y ocurrió dentro de la Segunda Guerra Mundial. Yo he estado en Auschwitz y, desde el momento en que se pisa la puerta de entrada, donde campea el lema (o mitin nazi, ideológico) Arbeit macht frei (El trabajo os hará libres), empieza el vómito a dar saltos en el estómago. Se rebelan las entrañas. Yo (como tú, tal vez, si has estado allí) pude contener el vómito, pero no las lágrimas; me recogí en mí mismo y lloré en mis manos. Fue un llanto hermoso, regenerador, que me hizo caminar por aquel lugar como por un recinto sagrado; yo, cristiano, pensé: «Aquí sigue el Gólgota», y pisaba casi con unción aquellas calles y pabellones cercados por la humillación de las alambradas. Luego vi que, en el Santuario de Nuestra Señora de Szęstokowa, el pintor polaco Jerzi Duda Gracz (ateo entonces), interpretó que Auschwitz había sido en el siglo veinte el Calvario de la muerte del Hijo de Dios, y pintó a Cristo con la cruz a cuestas caminando por entre aquellas personas a las que el odio había pretendido arrebatar su dignidad hasta el extremo de parecer despojos vivientes, sombras de humanidad, o la nada humillada. Tan es así que a este Vía Crucis se le llama Gólgota de Jana Góra y es una obra que estremece, a la vez que sonroja. Estremece por la crueldad que detalla, y sonroja porque todo aquello, pensé, fue idea y obra de seres humanos como yo, en una circunstancia sin Dios. El hombre, sin Dios, se exilia de sí mismo, se neutraliza como hombre para que aparezca sólo su fisiología, su bestialidad, su dimensión diabólica. Hoy, Diario, en el 70 aniversario de Auschwitz, pido a Dios nos libre de ser víctimas o verdugos de un Holocausto como aquél, de un Gólgota tan crecido e insultante como aquél (19:51:08).

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