miércoles, 28 de enero de 2015


28 de enero de 2015. Miércoles.
LA JAULA DE MI CABEZA
 
Cabeza enjaulada, en mi colección. F: FotVi
 
-Esta mañana, me he levantado con vértigos. (Vértigo: de Vertīgo, -ĭnis: latín:: movimiento circular). Al ir a dejar la cama, las cosas inertes, estáticas, quietas de siempre de la habitación (libros, mesa, cama, estanterías, iconos), han empezado a moverse como peonzas locas, siniestras, hasta que, dando tumbos y buscando asegurar las piernas, desquiciadas, he logrado serenar mi cabeza y conseguir una cierta derechura. Luego, a lo largo el día, he seguido errabundo, volandero, tratando de agarrarme (quizá como la torre de Pisa) a la verticalidad, a la plomada, sin conseguirlo. Sin embargo, con la cabeza a pájaros, he leído (rezado), he escrito, he cocinado y, al fin, a mitad de la tarde, casi he superado la crisis. (La torre de Pisa, por el contrario, aún sigue aturdida, inclinada). Eso, sí, siento haberme perdido la novena de San Blas, que, además de suponerme contento espiritual, es, según la tradición, un alivio para la garganta: aunque carraspee alguna vez, se me rebele una palabra, o diga esto por aquello, y cosas así. A veces se me lía una palabra en la boca y la desligo carraspeando: es la ayuda de San Blas, que me endereza las palabras en la boca, cuando las dudo. A esta hora, Diario, estoy mejor del revuelo que he tenido en la cabeza a lo largo del día; espero ver mañana a San Blas: le pediré que, con la garganta, cuide asimismo la jaula de mi cabeza (20:48:35).

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