jueves, 16 de julio de 2015


16 de julio de 2015. Jueves.
TERNURA FRUSTRADA
 
Esperando unas manos, en Tallín. Estonia. F: FotVi
 
-¡Las manos! Y miro mis manos: en las manos se lee la vida, dicen. Y la muerte, a veces. Las manos son arte si de la arcilla extraen belleza: un vaso griego; y pavor y fealdad, vileza, si de ellas, por el contario, emana la muerte. (Cada día me conmueve ver alzar mis manos con el pan de Dios, blanco, y con la noticia de que antes de todo el pan fue espiga. Espiga, pan, Dios: milagro de la nueva alianza del cielo con la tierra, o de Dios con la belleza). Las manos perdonan y condenan; abren y cierran; dan (un vaso de agua) y quitan (la vida); colorean y emborronan. Por el ejercicio de las manos, el hombre se irguió del mono, y, erguido, atisbó horizontes nuevos y estrellas lejanísimas, y libros y sueños, y, así, se abrió a la biblioteca de la sabiduría. Hay manos, decía, que dan y quitan vida, como un vientre de madre. (Alumbramiento -luz-; aborto -negrura-, o así). Ayer, la noticia nos alertó la emoción y el llanto, y la incredulidad. En Mejorada del Campo, una madre (sus manos) había arrojado a su bebé a un contenedor (extraña cuna) de basura: lo entregaba a la muerte; y unos guardias civiles (otras manos) lo evitaban, devolviéndolo al gorjeo y a la vida. Rafael y Daniel es el nombre de los ángeles (vestidos de verde) que salvaron la vida del bebé; el nombre de la madre (o de la ternura frustrada), Diario, no me interesa; o sólo para, pensando en ella, evitar caer en la tentación de considerar que la vida, por pequeña que sea, y más la humana, no es un milagro mayor que una galaxia o que cualquier sórdida desesperación, que toque lo infernal (12:05:15).

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