lunes, 16 de noviembre de 2015

16 de noviembre de 2015. Lunes.
ECOS DE LA TRAGEDIA

Gozo de las vírgenes prudentes, Pórtico Catedral. Friburgo. F: FotVi

-Rezado y finalizado el rosario, monótono y hermoso, luminoso y triste, de las condenas, se pregunta uno desde la razón: «¿Y qué se hace ahora?» A este otro lado de las condenas, ¿qué camino tomar? Las condenas son la ruta ensangrentada de la tragedia, pero una vez superado este pavor primero, ¿qué otro camino tomar? Las lágrimas caen durante un tiempo, resbalan mejilla abajo como seda cansada, hasta que acaban por secarse; y secas, acaba el llanto y la emoción que lo causaba. París ya queda a cuatro días vista; y, con las preguntas, la incertidumbre y el miedo a flor de ojos, la vida sigue; sacudida y triste, y casi sin asideros en el espíritu, pero sigue. Y, al igual que las flores y las velas que depositan en los lugares de la tragedia, seguirá hasta que se marchite, hasta que no sea. Es decir, pronto, dado que el recuerdo, a veces, es frágil, y se diluye en el día a día del tener que vivir sin pausa y con agobios, y con agravios: los de la injusticia y la banalidad, por ejemplo, y los del alma sin un interior de almendra gozosa y comestible en valores, vacía. Ante los atentados de París, se lamentaba un comentarista de que alguno de los fallecidos en la sala de conciertos Bataclan, ni siquiera habría podido rezar una oración, esencialmente por no saberla, dice. Tal vez nadie, ni en casa ni la escuela, se la habría enseñado. No es una acusación, en todo caso es un lamento; la fe aminora la desesperanza, y los miedos, y, en determinadas ocasiones, como ante la saña de la muerte, puede servir para dar un paso y entrar en el incendio de la duda y poder preguntarse: «¿Será o no será? ¿Y si…?» La duda, la fe, Diario, y rezas (18:54:43).

No hay comentarios:

Publicar un comentario