martes, 17 de mayo de 2016

17 de mayo de 2016. Martes.
EL AZUL

Paletada de azul, en el Mar Menor. Los Urrutias. F: FotVi

-Pensé: la mañana, con atuendo de hada, tan azul es. El mar es cielo, me dije, y el cielo es mar. Asombroso intercambio. Tanto, que si te lanzas al cielo, caes, seguro, en el mar. O al contrario. Todo aparece como una paletada de azul o un Picasso perfecto (en su época azul). Sólo la acción del hombre, a veces, logra hacer palidecer este azul, que Dios dijo (y fue) y que ahí está, poblando la tierra y dándole nombre a esta mole en la que vivimos (todavía), el planeta azul. El azul, color primario; es decir, color puro; puro porque es él mismo, sin mezcla de cualquier otro color. Color de lo divino, en algunas culturas. Dices azul, y da la sensación de estar revolviendo un poema en tu boca, tan frutal es. El azul es pureza que entra por los ojos y se instala en el alma, para, posteriormente, volver a fluir de nuevo por los ojos. En los ojos, encuentra su escenario el color azul. El hondo mirar de los ojos de los niños es azul, como su inocencia sin doblez. De ahí que la inocencia sea trasparente, como la vestimenta del cielo -que permite que luzcan las estrellas- o el de las hadas. Los cuentos son azules, razón por la que cautivan a los ancianos, que los cuentan, y a los niños, que los viven. En Avatar, una película ecológica -cuento pavorosamente sublime-, los personajes, por estar en otro paraíso parecido a aquel que perdimos, son azules, sólo su mirar es de dátil, de ámbar, y es que en la mirada siempre se andan diciendo el llanto o el amor, que destilan oro. Son azules, porque son puros, pero además aman y lo hacen en dorado. Me entristece y aterra que la humanidad, habiendo perdido el paraíso del azul, haya dilapidado con él la dignidad de su inocencia. ¡Ah, volver a la inocencia! No a la inocencia tonta y quebradiza, sin musculatura, sino a la sabia y briosa inocencia de la limpieza de corazón. Aquella con la que se veía a Dios. ¡Volver a ella!, me dije. Y entonces, Diario, aun despierto, me puse a soñar (12:59:30).

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