martes, 12 de julio de 2016

12 de julio de 2016. Martes.

Jugando a la Lunita ciega, desde el jardín. F: FotVi

-No quiero decir no; diré, sí. Sí a la vida, sí a hacerme como niño, sí a soñar que la Luna habla y juega consigo misma a la Lunita ciega, sí a jugar, en un castillo de plástico, a sirenitas y delfines, sí a correr sosteniendo el hilo de la cometa, sí a mirar las estrellas y ponerles nombres raros, como estrella del pan o estrella de todos los silencios, sí a no decir no porque me rompe los oídos, sí a decir sí porque alegra el corazón, sí al juego de las canicas y al quintillo, porque es un modo de comunicarse, de hablarse, de mirarse, sí a inventar historias que luego son cuentos, o cuentos que luego son historias, sí a aprender que dos letras hacen una sílaba y estas dos letras, a más, juntas, hacen una palabra, sí a si a dos le quitas uno queda uno y si a diez le añades dos son doce, sí a la risa y al llanto, que son propias de todo ser humano, aunque se sea niño, sí al silencio que sobreviene tras escuchar una nana y dormirte y soñar con los ángeles, aunque sean negros, pues son los llevan y traen cosas al cielo, siempre sonriendo, sí a Candela, que ya está aquí, Diario, y me señala el camino de la fantasía y de lo ilógico para ser feliz, o, al menos, para no caer en la tentación de entristecerme por los asuntos de la política, o por el temblor de la pobreza, o el silencio del que muere sin haber soñado que era un niño que ascendía a los cielos y se quedaba dormido en el camino, o así (19:52:27).

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